El uso de plásticos se ha visto incrementado de manera exponencial en los últimos 10  – 15  años. Su difícil reciclaje y su baja capacidad de degradación tienen como consecuencia una acumulación de estos en el medio ambiente. Pese a su gran estabilidad, se ven sometidos a erosión física y química, dando lugar a fragmentos más pequeños. Aunque no hay una definición estandarizada del concepto de microplástico, se ha aceptado el límite máximo de 5 mm como criterio.

Los plásticos, además de las consecuencias sobre el medio ambiente, tienen un efecto directo sobre los seres vivos, ya sea por ingestión o por toxicidad. También, pueden actuar como vehículos de especies invasoras y absorber en su superficie otros contaminantes como los BPCs, los HAPs o el DDT, incrementando así el efecto tóxico propio debido a los componentes que poseen tales como plastificantes, aditivos, metales pesados, etc.

Por otro lado está el peligro de los microplásticos ( Microesferas y microfibras )  en el agua llamada potable, evidenciando que la mayoría de las depuradoras no tienen la capacidad de retener este producto químico sólido, causando daños irreversibles en el organismo de los seres vivos, amen de los humanos.

Todos los días se detecta un gran número de microplásticos en los alimentos, principalmente en los productos pesqueros, ya que los peces comen  estas microesferas, lo cual indica que cuando esta variedad alimenticia llega al consumo humano, nos estamos alimentando de plástico no visible, poniendo en riesgo la salud  de todos.